viernes, 12 de julio de 2013

Mucho gusto princesa.


Oye, sí que disimulas.
Me miras y no haces bulla.
¿A qué juegas princesa?
Ya se dieron cuenta
de que te sientes atraída.
Te ves toda distraída
cuando paso por el frente,
deseando que voltee a verte,
para hacerte la desentendida.
Lanzas una mirada perdida,
como si fue casualidad
que nuestros ojos se cruzaron.

Tranquila, no estás sola.
Sí, sí es lo que piensas.
No sé a que se debe esto,
pero dentro de mí siento
la necesidad de voltear a mirarte.
Muchas veces quise pararte,
preguntar tu nombre,
preguntar si ya hay otro hombre,
que dibuje una sonrisa
en esos labios que hasta la brisa
se detiene para verlos.

Espero no sonar desesperado.
Seamos francos, tú tambien habías soñado
que este día pasaría.
Se nota que te pierdes en mis ojos,
que te dan unos antojos
de comerme las mejillas,
conocer que hay detrás de esta cara,
que sin pena ni nada,
te clava la mirada,
desde una esquina,
siempre al mediodía,
cuando las clases terminan.

No sé tú, pero esto para mí es nuevo.
Que me guste tanto alguien
que realmente desconozco.
Suena medio loco,
pero hay que ser sinceros.
Desde un tiempo para acá,
solo me imagino este momento.
Estar frente a frente,
tratar de leer tu mente,
para saber si estás nerviosa,
saber si sientes esta cosa,
que me llena de alegría,
sin razón, por tonterías,
por pensar que quizá tú seas la indicada,
que viene a cambiar mi rutina,
a mejorar mi vida,
a construir una historia de amor,
de esas que desde pequeño
me jurarían que existía.

Mucho gusto señorita,
espero haber causado buena impresión,
puesto que mi corazón,
se aceleró por un instante.
Al besarte la mejillla,
sentí como todo se movía.
Parecía cámara lenta.
Dejé de escuchar el sonido de los carros,
mis oídos se enfocaron en tus palabras.
Mis ojos, como siempre,
a tus labios acosaban.
Mi olfato enamorado,
de esa fragancia que destilabas.
Mis manos me sudaban,
torpes que no me ayudaban,
a transmitir confianza,
para actuar con valentía,
y es que entre tanta prisa,
traté de cautivarte.

Si no fue así,
espero y puedas perdonarme.
Sé que puedo demostrarte
que soy de los buenos.
Puedo estar lleno
de inmensos defectos,
pero sí que soy sincero
y sé que eso debe agradarte.
Juro esforzarme
por merecer tu cariño.
Te demostraré que no soy un niño,
y sabré enamorarte.
Nada de palabras vacías,
verás acciones día tras día. 

Soy de los que cumplo mis promesas,
así que mejor dame el chance
de envolverte la vida,
porque de mi no habrá salida,
hasta que me hayas demostrado,
que realmente me conoces.
Estoy seguro que para ese entonces,
ya estarás enamorada,
de este chico que con esta carta,
solo quiere dar la cara y advertirte:
prepárate niña,
que voy directo a seducirte.


Lírica Anon.

2 comentarios:

  1. Me gusta la sencillez y ternura con que has escrito este poema-declaración de amor. ¿La conquistaste?

    ResponderEliminar