viernes, 23 de agosto de 2013

Carta a un escritor

Este viernes les traigo un escrito que no es hecho por mi, sino por una amiga, que me lo ha dedicado  y me ha ofrecido que lo publique en el blog si era de mi agrado. Le ha quedado muy bien, así que espero que lo disfruten.
Carta a un escritor.
Querido escritor, no soy más que un par de alas que tratan de volar jugando a escribir, jugando a que leerás esto como yo leo tus palabras… tus –sublimes- palabras. La naturalidad con la que escribes tiene que ser más que un talento, es un don. Escribes con la gracia de un ángel, con la naturalidad de las olas reventando en la orilla. Tiene que ser un don esa habilidad de expresar tus sentimientos de una manera tan fluida que resulta imposible no empaparse de ellos. Tiene que ser un don la capacidad de plasmar en letras esa forma tuya tan particular de ver el mundo. Pero no vengo a hablarte de la perfección y sutileza de tus palabras, eso seguro ya lo sabes. Vengo a pedirte una tregua.
Tregua de tus palabras como dagas, en especial las que no dices, tus silencios asesinos. Tregua de tus ojos infinitos como el cielo y de las miradas que me esquivas… y qué decir de las que me clavas; podría jurar que cuando me miras el resto del mundo se detiene. Tregua de tus manos dulces como las de un pianista, esas manos que hacen de mi piel tu instrumento. Tregua de tu sonrisa, la que es mi inspiración, de la que no soy dueña. Tregua de tu insomnio, que no ocupas pensando en mí, que menos ocuparás llamándome porque tampoco soy objeto de él. Tregua de ti.
Mientras tanto lo que tengo son unos pocos recuerdos con múltiples usos, por ejemplo, con ellos puedo disipar las dudas que me dejan tus gestos fríos o puedo atizar la melancolía que me causa tu cariño ausente. Esta memoria que tengo, cómo quisiera regalártela. Ya sé bien que la tuya no es muy buena, y sinceramente, la mía tampoco, porque no puedo llamar buena a esta memoria que me mata, esta memoria que no destiñe, atesorando cada fecha, cada beso y cada mirada, trayendo a mi presente lo que queda de esas madrugadas fugaces, de la primera vez que entrelazaste tus dedos con los míos, de aquellas veces que sentí que yo era tu mundo, cuando ahora ni me respiras.
Quizá fue mi culpa, tal vez tengo responsabilidad en este asunto. No debí hacerte saber que eras mi alegría, no debí dejar que aseguraras mi presencia a tu lado y menos debí creer que mi mundo eran tus brazos. Y heme aquí, con mi existencia a todas luces prescindible para ti, jugando con tu indiferencia para convertirla en inspiración. Dame una tregua, una razón que me quite las dudas. Llévate mi memoria, estoy segura de que te será más útil de lo que me es a mí. Permíteme respirar otra cosa que no seas tú.

4 comentarios:

  1. Excelente. Sin tópicos lleno. Metáforas originales, y un punto de vista muy particular, así ese con stefen zweig, escribió "cartas de una desconocida".

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  2. Excelente. Sin tópicos lleno. Metáforas originales, y un punto de vista muy particular, así ese con stefen zweig, escribió "cartas de una desconocida".

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